-No siempre las cosas son fáciles y demandamos unas palabras, y no solo para que nos las digan, sino para decírnoslas, para compartirlas, como modo de ser nosotros mismos. Y tal vez algún aliento o alguna sorpresa que nos abra otras posibilidades. Y nos desplace y nos disloque. A veces precisamos un sorbo, un respiro, algo que restablezca el vínculo entre el hacer y el pensar, lo que en rigor únicamente ocurre en el decir, incluso en el que somos capaces de callar, que es otra forma de hacerlo-.
Angel Gabilondo comparte con el lector estas máximas (y mínimas) que buscan impulsarnos a tomar aire, a parar y ver más allá de lo inmediato, para reponer nuestro espíritu y recuperar, a través de la palabra, los lazos entre nuestro pensamiento y nuestras acciones.á
Si nos falta la palabra, no nos encontramos.